El Popol Vuh
Los señores de Xilbalba: Sangre, Ictericia, Cráneo e Infortunio,
que vivían en el mundo subterráneo querían desaparecer a los hombres para
quedarse como dueños absolutos de la Tierra, pero esto no fue posible. Un día
Ixquic (campesina simple), estaba en el campo y se dirigió a un árbol del cual
salía una voz que le dijo: - Tú vas a ser la madre de mis hijos, así que
dirígete a la casa de la abuela y dile lo que te acabo de decir. Ixquic
obediente se dirigió a la casa de la abuela con ayuda de las aves mensajeras.
Al llegar la abuela la
recibió muy mal y le preguntó qué era lo que deseaba, y ella le dijo todo lo
que le había dicho el árbol, pero la abuela no le creyó y le dijo que si eso
era cierto tendría que pasar por unas pruebas: primero le dijo que fuera al
campo y que trajera un canasto lleno de maíz y así fue y luego le dijo que si
esos eran sus nietos tendrían que nacer en lo más alto de la montaña y entre
espinas y que al tercer día tendrían que regresar caminando con sus propios
pies y crecidos. Al tercer día regresaron tal y como lo había dicho la abuela,
ésta se quedó sorprendida y les dijo que si querían vivir ahí tendrían que
atender a sus otros nietos y a ella, Hunahpú e Ixbalanqué, sin reclamar dijeron
que así sería.
Un día Hunahpú e Ixbalanqué le dijeron a la abuela que no sabían
trepar a los árboles y entonces la abuela les dijo a sus otros nietos que les
enseñaran y cuando les enseñaron subir a uno ya no volvieron a
bajar. Desde ese día fueron los únicos nietos de la abuela.
Las aves mensajeras mandadas por
los señores de Xilbaba, les dijeron a Ixbalanqué y a Hunahpu que los señores
del mundo subterráneo los invitaban a a un gran festín, ellos sin duda
aceptaron y le dejaron a su madre y a su abuela y un palo de bambú para que la cuidaran todos
los días y que si un día se llegaba
a secar lo tenían que llenar de las
semillas del fruto de la naturaleza para recordar a pesar de que significaba la visita final.
Al llegar al mundo subterráneo los señores de Xilbaba los mandaron
a dormir a la cabaña del frío y al día siguiente disfrutarían del gran festín,
a la siguientes dos lunas llenas los mandaron a la casa de la tempestad y el
último día a la casa de las lanzas, saliendo sin ninguna gota de sangre. Ese
día se llevó a cabo el gran festín donde salieron satisfechos y los señores de
Xilbaba les dijeron que se entregaran a los brazos del señor horno del fuego,
así lo hicieron y fallecieron; pero al día siguiente volvieron a nacer y con
ayuda de las aves mensajeras les hicieron creer a los señores Xilbaba que eran
chamanes y resucitaban a las personas y éstos dejándose engañar pidieron que
hicieran la magia y Hunahpú e Ixbalanqué los mataron y nunca los resucitaron.
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